Primera vez fuera {Sam}

Tal como le había dicho a aquella muchacha, Lizz había ido directamente a su casa a bañarse tranquila. Obviamente, siempre tenía ese sentido lobuno alerta, y más con todo lo que había pasado en éstos últimos cinco años. Ya no era esa mujer confiada y dulce que había sido una vez. Lizz era mucho más soberbia, fría y seca. Pero sabía que en algún momento de su vida, podría volver aquella hermosa muchacha que enseñaba Historia de la Magia en Hogwarts.

Una vez que había estado limpia, decidió volver a recorrer esos viejos lugares donde una vez había sido feliz. Había pasado tiempo desde que ella se transformaba allí en las noches de luna llena, o cuando simplemente se reunía con su hermana a pasar el rato. ¿Cómo estaría ella? Solamente esperaba que no estuviera muerta.

Se había encapuchado para poder pasearse a sus anchas. Una vez más, sus sentidos estaban más que despiertos. Cuando entró en la casa, una sonrisa amarga y tristona se formó en su rostro. Estaba tal cual cinco años atrás. Suspiró, paseando una mano por las sucias paredes, melancólica y recordando, solamente haciendo eso.

Tenía ya algun rato en la casa de los gritos, ese lugar me traia tantos recuerdos, un amor de adolescencia, amistades, tantas cosas, la casa era legendiaria pero ultimamente lucia mas vacia que nunca, estaba ahi recostado en un muido sillon mientras miraba sin realmente mirar hacia una ventana, podia verse el cielo, estaba totalmente despejado, el clima era bueno nada comparado con lo que en verdad sucedia en el mundo magico, toda mi estancia en Hogwarts habia soñado con impartir clases ahi, lo habia logrado pero aquel triunfo tenia realmente un sabor agridulce, llevaba mi varita en la mano, pasandola por entre mis dedos con suma agilidad, un humano? si... Lo era mas no un simple humano, en el colegio se me tenia como a otros profesores por ser los mejores en nuestra asignatura, asi como ser tambien un As bajo la manga en caso de ser necesario, hice una mueca, no queria que se llegara el momento de tener que actuar a ordenes de Lovecraft

Malditos Lovecraft, malditos sean ellos por tener una mente tan retorcida y por haberle quitado cinco aquerosos años de su vida. Malditos sean ellos, por creer que pueden hacer lo que sea con quien sea. Y por su maldita culpa, las cosas estaban pies para arriba: ella torturada, su hermana una figitiva al igual que la prometida de su primo. Pero Lizz tendría la oportunidad de cambiar las cosas, solamente era cuestión de tiempo para que la dejaran actuar. Y allí no tendría misericordia alguna, no señor. Ella les mostraría que lo último que hubieran deseado sería pasar el futuro calvario que ella les tenía planeado. Se arrepentirían de haberse metido con ella y con sus seres queridos.

Un olor desconocido la había sacado de sus maquinaciones a futuro, un humano. Mierda, mierda, mierda. Ahora nada era seguro para ella, era una prófuga del nuevo régimen. Con mucho silencio, sacó su nueva varita de su túnica, y caminó despacio. Sus pies no se escuchaban en la madera del suelo. Ella era ágil, era un Lycan.

Mis pensamientos seguian dirijidos hacia lo mismo, no queria estar en una batalla que no era mia o al menos no del lado en el cual mis ideas no comulgaban, si estaba donde estaba era simplemente por permanecer vivo y no muerto o hundido en Azkaban, podia parecer cobarde pero era la mejor idea, ayudaria mas afuera si se llegara a nececitar aunque tal vez no seria asi, quien creeria en un aliado de Lovecraft?, sacudi la cabeza tratando de sacar todo eso de mi mente, me sentia agotado con esos pensamientos que rondaban mi cabeza ya de varios dias, mi varita seguia en mi mano, una luz plateada deambulaba por toda la habitacion, una figura bella dandome seguridad, aquello era mi patronus un dragon de gran tamaño

Despacio, muy despacio, se adentró en una de las habitaciones de la planta baja. Nada había allí. Siguió caminando, pasando por una puerta de allí hasta que vio un resplandor plateado. Alzó una ceja, sin entender demasiado, pero aún no era el momento de acercarse... O quizás sí.

Volvió a salir de esa habitación y caminó rápido por el recibidor, hasta dar toda la vuelta para poder ver mejor. Un muchacho estaba sentado con su patronus dando vuelta por la habitación. Sin muchos miramientos, Lizz se escondió y preguntó en voz alta: -¿Quién eres y qué haces aquí?- el tono de su voz era algo recesolo.

Mis pensamientos se esfumaron tal cual humo al escuchar aquella voz que me trajo de nuevo al mundo fisico en el que estaba, arrugue el ceño y sin pensarlo conteste
-Primero ten el valor de mostrarte si quieres que te responda-
El patronus volvio a mi varita la cual mantuve en alto, dando pasos cautelosos a un lugar seguro en aquella habitacion, aquella mujer no venia en son de un duelo o ya abria actuado, segunda vez que me sucedia algo asi

CLARO. Recién salida de Azkaban ¿y él le pedía que se mostrara? No estaba tan loca como para delatarse así, tan fácilmente ante alguien que no conocía. Podría ser alguien del otro bando, y allí estaba muerta. En todo el sentido de la palabra.

-¿Tan difícil es responder dos preguntas?- lanza al aire, bufando despacio. No se mostria, no señor.

-Samuel Witwicky, Profesor de Hogwarts-
Conteste con voz ronca, algo en el tono de voz de aquella mujer me decia que se ocultaba por alguna razon, podia escuchar miedo o algo parecido, tal vez duda

Ese nombre le sonaba de algún lado... Lizz se exprimió los sesos y abrió sus ojos enormemente al caer en la cuenta. Sam había sido uno de sus alumnos en sus tiempos de profesora.

-Witwicky... Eras un excelente alumno, todavía sigo sin entender por qué no eras Ravenclaw- dice al aire, con un tono de voz nostálgico. Igualmente, no se podía fiar de nadie.

Aquellas palabras que ella pronuncio fueron mas que suficientes para poder reconocer quien era la persona que ocupaba la habitacion junto conmigo. Mire en todas direcciones buscandole sin mucho exito, la habitacion estaba demasiado oscura y sabia si me movia tal vez ella pudiera pensar mal e irse o atacarme
-Profesorsa Lizz-
Dije con tono tranquilo, la reconocia perfectamente, era una de las personas que mas habia influenciado en mi desicion de estudiar el magisterio, habia sido una profunda tristeza el enterarme de su captura,no podia creer el que ahora estuviera ahi, sonrei y sabiendo que ella me observaba desde algun punto, baje la varita guardandola en mi bolsillo, tome asiento en un sillon casi al centro de la habitacion, desprotegido, nada deseaba mas que verle a la poca luz del lugar

Lizz lo vio moverse, y enseguida aferró su varita con más fuerza, lista para atacar. A pesar de haber pasado cinco años presa, Lizz estaba más diestra que nunca. Sonrió cuando dijo su nobre y se sentó, guardando su varita. La ex profesora de Historia de la Magia, estaba muy delgada y algo pálida, ya que había salido de Azkaban solamente hacían horas atrás.

-¿Puedo confiar en que no dirás que me has visto? Soy una fugitiva, Sam- le dice, antes de mostrarse, abriendo una de las puertas. Algo en su mente le decía que no podía confiar en nadie. Pero por algo Sam había sido un Gryffindor.

-Jamas lo diria-
Dije con una sonrisa sincera al verla salir de su escondite, admiraba a esa profesora, no era mucho mas frande que yo, tal vez incluso era de mi edad, lucia algo palida y afectada por aquellos años en Azkaban, pero su mirada era la misma, bella, tranquila.
-Como lo lograron? no entiendo... Necesita algo, puedo ayudarle?-

Lizz le dedica una de esas sonrisas tranquilas, sin mucha preocupación. Sam era una buena persona, siempre lo sería a pesar de que pasen los años.
-Puedes tutearme, ahora no soy tu profesora- le responde, adentrándose en la habitación un poco más y guardando su varita.
-Fue un plan ideado por mi hermana y la prometida de Albus- le explicó, recordando los sucesos ocurridos hacía horas antrás. -Y no te preocupes, solamente podrán verme si quiero que lo hagan, estaré perfectamente- le asegura, recargándose contra una de las paredes.

Sonrei cuando me permitio tuterala, asenti despues con un movimento leve a la resuesta de mi pregunta, sabia que estaba Samantha Ryddle viva, no tal como habian publicado en el profeta
-Me alegra bastante, si necesita... Necesitas algo cuenta conmigo-
Me correí inmediato

Lizz le sonríe, tranquila. No creía que volvería a estar así en mucho tiempo, aun que sabía que esa sed de venganza estaba en ella.

-¿Cómo está Hogwarts? Supongo que debes de ser uno de los mejores profesores- le dice, ya sentada en el suelo.

Sonrei apenado por el cumplido, tome asiento cerca de ella
-La verdad esta muy cambiado, en cuanto a estructura fisica es el mismo colegio, pero el docente y quien lo dirije... Bueno te has de imaginar como es, todas las clases son revisadas para que no se les pueda inculcar nada a los chicos que no sea lo que a Lovecraft le conviene, algunas asignaturas desaparecieron, es como un lugar de entrenamiento para mortifagos, que mas bien ahora son la ley del mundo magico, em ministerio esta completamente de acuerdo con todo, ese Fudge-
Gruñi
-Todo esta mal realmente-

Negó con la cabeza, decepcionada. Fudge de su lado, que asco.
-No te preocupes Sam, prometo que todo será como antes, ya verás- le sonríe. Sí, ella ayudaría a su primo a que todo vuelva a ser como antes. Suspira. Les costaría muchísimo, pero lo iban a realizar.

-Se que asi sera, repito, estoy de su lado y en lo que pueda ayudar-Dije emocionado, años atras habia sido de los menores en la orden pero habia tenido que presindir, eran tiempos dificiles y yo tenia un hermano que proteger, estar en la orden no habia sido lo indicado, no habia sido un traidor, como muchos habia tomado ese lado para un futuro bien

Lizz le sonríe, con esa dulzura y ese amor que solamente unas pocas personas podían sacarle. Sabía que Sam estaría a su disposición, para lo que ella lo necesitara.

-Solamente prométeme que te cuidarás- no quería poner en riesgo la vida de nadie.

-Lo haré si prometes que tu tambien lo haras, que no seras simprudente-
Podía ver en su mirada esa sed de venganza, de devolver el daño, yo no le quitaría eso pero debía ser precavida apra lograrlo

Hizo un ademán con sus manos, restándole importancia a lo que le había pedido Sam. Ahora nada era seguro, y las cosas imprudentes... Bueno, siempre era descuidada.

-Solamente quiero que no te pongas en riesgo, Sam. Mi vida no vale como la tuya, te lo aseguro- el odio y el rencor que guardaba dentro, era demasiado para una sola persona.

-Eso es una completa estupidez-
Me queje sin pena alguna, como podia decir ella aquellas palabras, no por nada era tan buscada como su primo Albus Dumbledore, suponia un peligro para el regimen de Lovecraft y ese Greyback, hice una muca de asco
-No se que se te metio en la cabeza para decir eso, estas fuera, no heches todo a perder-
Esboce una pequeña sonrisa, sabia que ella era lista, ademas lo que mas esperaba yo era poder patear uno que otro trasero, la vida de un profesor bajo las reglas de los Lovecraft era de lo mas abuirrida y tediosa, vaya penamientos los mios, a veces que no me tomaba las cosas muy enserio pero la vida de ella... Eso era otra cosa
-Siempre te he admirado, no solo como profesora-

Era tan amable con ella... Los últimos años lo que recibía era carne cruda y torturas. Le sonrió con calidez.

-Prometo no hecharlo todo a perder, Sam. Y gracias por preocuparte por mi- de verdad estaba agradecida por ello. Se sentía orgullosa.

-Cualquier ser humano sentiria lo que tu sientes despues de todo lo que has pasado, la diferencia es que yo se que tu lo tomaras para bien, no eres mala, no eres una asesina, esa es la gran diferencia entre tu y ellos, entre nosotros y todos ellos Lizz-
Dije con suma calma, mirandole con atencion
-Van a pagar todo el daño que han hecho, ellos creen que la gente esta bajo sus garras y no es asi, habemos muchos que hemos estado esperando el momento justo... Y la liberacion de ustedes es un llamado simplemente, de que el momento se acerca con gran rapidez-

Una sonrisa amplia y orgullosa se forma en su rostro. Ella no había tomado las cosas así, para nada. La confianza de Sam y, seguramente, de mcuhas otras personas era algo que no todo el mundo tenía. Una lágrima corrió por sus mejillas.

-Gracias por hacerme ver cómo son las cosas- toma una de sus manos entre las suyas y le da un apretón, con cariño.