Noche de luna llena. II [Logan]

Aún sostengo a Logan cuando nos aparecemos en mitad del siempre tranquilo y apestoso Valle de Godric, parecía no haber nadie a la vista por esas horas. Quedaba escaso tiempo para las transformaciones y ya podía sentir como las habituales llamaradas interiores iban quemando parte de mi sistema. - ¿Lo sientes, verdad?.. Papá está contigo. La llamada, la delicia y facilidad de arrancar cabezas con la mayor de las facilidades.. – Carcajeo, observando la luz de la luna.

No me respondio, a nada de lo que le habai preguntado, me trataba aun como un niño, cosa que aveces me desesperaba sin duda alguna. Lo miraba y no cambiaba, tenia la misma expresion, yo era el menos parecido a él, mi cabello era casi rubio como el de mi difunta madre, mi tes mas clara que la de mi padre, su unica herencia, habia sido ese color tan calido de mis ojos, ese azul intenso.
-Años que no esta conmigo en luna llena, por que ahora?
Pregunte intrigado, escudriñandolo con la mirada, analizando su expresion qu eno me daba mucho pues no cambiaba. Gruñi sin poder evitarlo ante la mension de mi madre y Dumbledore, aquel bastardo lo odiaria con todo el alma hasta que yo mismo lo matara. Bufe, antes de que su mano me tomara e hiziera desaparecernos lejos de ahi. Reconoci el lugar sin mucho esfuerzo, mis sentidos estaban mas agudos a cada momento a cada minutos.
-La adrenalina....la sangre correr...tan rapido...
Murmure cerrando los ojos, mi pulso se habai acelerado, estaba cerca dle punto final, lo sentia bien.

Las llamas de mi interior escalan hasta mi cuello quemando todo órgano a su paso, cada rincón de carne, causando un dolor conocido que va acompañado de un sentimiento de ira ya adaptado como propio desde la primera vez. Sientes que los ojos van a salir de sus órbitas, que la cabeza explotará de un momento a otro a causa del agudo dolor que te azota el cerebro. Tus células se preparan para dar el salto a otra fisionomía, a otra fuerza, a otro poder. Eso no podía ser muy placentero.

Lo primero que escuchas, dentro de la poca consciencia que te queda antes de perderla, es el desgarro que se produce en tu ropa. Ya no ves nada, todo es oscuro, pero tu esencia humana todavía puede oír como los huesos crujen en busca de otra forma, tu respiración se hace más agresiva y la ropa se hace jirones. Poco después de eso, el humano se ha rendido y da la bienvenida al hombre-lobo. Los brazos y piernas se tornan en patas con afiladas garras capaces de talar árboles, con músculos que te podrían permitir correr varios días, levantar toneladas, o en casos comprobados, matar a tantas personas como hambre o ganas de diversión tuvieras. Mi esqueleto comienza a cambiar, y lo que antes eran gritos ahora son aullidos al cielo de lo que se forma como una gran bestia azul que asoma colmillos en unas fauces dispuestas a roer cráneos. El Alfa Greyback.